¿Cómo mejorar la comunicación con tus hijos?
Para que se dé una buena relación, los padres necesitan aceptar plenamente a los hijos y permitir que ellos vivan su propio proceso de desarrollo y experiencias. Si no lo hacemos así, es bastante probable que empecemos a reprocharles o a culparles por mostrarse de forma distinta a como nos gustaría.
Cuando decimos: “Me has hecho enfadar” o “¡qué vergüenza me has hecho pasar…!”, le estamos diciendo: “Así no te puedo querer, tienes que cambiar. Con esto provocamos una vida de control exagerado en la vida de nuestros hijos, y después, asustados o confusos nos preguntamos ¿Por qué mi hijo o hija no me quiere, no me respeta, me detesta?
Cada día tenemos menos tiempo para compartir y dialogar con nuestros hijos.
Por eso quiero darles algunos consejos, que en lo particular, me han funcionado mucho para tener y conservar una excelente relación y comunicación con mis hijos:
- Hay que crear momentos especiales para compartir. Aunque no tengamos mucho tiempo por causas del trabajo, que el tiempo que le dediquemos a nuestros hijos sea de calidad. Utilizar los fines de semana, vacaciones, días festivos para crear esos momentos especiales.
- Hacerles ver con gestos y palabras que los amamos y lo mucho que significan para nosotros.
- No limitar a que la comunicación sea instruccional, solo de dar órdenes y decir lo que tienen que hacer.
- Pedirles que nos cuenten como les fue en la escuela, que hay de nuevo, y si no quieren hablar un día, no reclamarles, más bien, esperar con paciencia cuando ellos estén dispuestos. Y dar el ejemplo, contarles algo nuestro, algo divertido que nos pasó, inclusive a veces pedirles un consejo, para conocer su opinión.
- No vociferar, gritar, humillar, rebajar, machucar la autoestima, mostrarse irrazonable y frio.
- Escúchelos, mostrando interés, mirándolos hacia los ojos, dejando de hacer lo que estamos haciendo. Obsérvelos, háblelos con cariño.
- No los maltrate ni física ni psicológicamente, eso afecta el autoestima de ellos.
- No descarguemos nuestra ira, nuestro estrés, nuestra frustración, nuestros problemas en ellos.
- Ponga atención a lo que su hijo dice y cómo lo dice. Tenga en cuenta su tono de voz, las palabras que usa, los gestos que hace, el movimiento de su cuerpo, y su estado de ánimo.
- Identifique los sentimientos que su hijo o hija está expresando al hablar. No lo interrumpa. Concéntrese en escucharlo. Mientras él o ella habla, no piense en la opinión que usted tiene sobre lo que le está diciendo ni en lo que le responderá cuando haya terminado.
- Asegúrese de entender lo que su hijo o hija ha querido decir durante la conversación. Para confirmarlo, repita lo que usted ha entendido. Por ejemplo: “¿Quieres decir que sabes que debes decir “no” al uso de drogas, pero que no sabes cómo manejar la presión de tus amigos?”
- La comunicación verbal (lo que hablan) es tan importante como la no-verbal (como actúan). Hay que observar expresiones corporales. Ej.: Si está nervioso, triste, enojado, inquieto, relajado, indiferente, distraído.
- También es importante enriquecer nuestras señales corporales; miradas, gestos, caricias, apretones de manos, roces o sonrisas. Este es un lenguaje que nos acercará a nuestros hijos e hijas.
- Cuidar el tono de voz.
- No ofrecer consejos cada vez que su hijo o hija les habla. Es mejor escucharles con atención y tratar de entender sus sentimientos detrás de las palabras, y luego verificar lo que ha querido expresar
- Buscar el momento oportuno para dar un consejo, pero que este no sea impositivo, ni que sea señalándole algo que haya hecho mal. Hay que hacerlo con empatía, amor, respeto o consideración, si queremos en realidad que ese consejo sea asimilado por él o ella.
- Evitar el uso de palabras hirientes o despectivas. La mejor manera de romper el diálogo con un hijo es decirle que es “vago“, “desordenado”, “bruto” o “egoísta”, “mal alumno”, “perezoso”. Si les repetimos tanto esto, se lo llegan a creer y les bajamos la auto-estima.
- Hay que señalar los hechos, criticar el tipo de comportamiento, no al hijo. No concentrarse sólo en las faltas, asegurarse de halagarle los aspectos positivos, haciendo uso del reforzamiento de la conducta positiva. Cuando esté haciendo algo bueno, acercarse a ellos, besarlos, abrazarlos y decirles lo feliz que te sientes al verlo haciendo lo correcto.
- Es más conveniente utilizar la palabra yo en vez de tú. Con esto abrimos la posibilidad de que nos escuchen porque no les suena a regaño. Al hacer afirmaciones es mejor utilizar la primera persona, por ejemplo: “me molesta mucho que me respondas de esa manera” en vez de “tú siempre tienes esa forma de responder”.
- Una buena forma de responder a su hijo o hija es expresándole sus sentimientos; algo como “estoy preocupada por …”o”entiendo que a veces es difícil….”. Si usted habla por sí mismo estará brindándole a su hijo o hija la posibilidad de que él o ella haga lo mismo, creando así un diálogo productivo en lugar de un campo de batalla en el que alguien tiene que ganar.
- No diga palabras vacías que lastimen y confundan a su hijo o hija. Desapruebe los comportamientos, no a su hijo o hija.
- Tome tiempo para calmarse antes de continuar hablando (cuente hasta diez, respire profundo, salga de la habitación, vaya a caminar) antes de lastimarlo con palabras inadecuadas.
- Resuelva el problema de la mejor manera. Una vez calmado examine lo sucedido y decida cómo manejarlo apropiadamente.
- Opte por corregir y disciplinar a sus hijos o hijas con amor, sin lastimarlos ni lastimarse.
Con cariño, Jeannine Palacios.